Una de las discusiones más interesantes de la filosofía política de los últimos años entre los más respetados intelectuales ha sido el debate entre el limite entre bienes públicos y bienes privados.

Lo privado es el territorio de lo individual, de lo propio. Tiene que ver con lo que le pertenece a cada ser humano. Obviamente, sus bienes, su riqueza; pero también, sus ideas, sus afectos, sus preferencias, su intimidad. El derecho fundamental a hacerse cargo y darle sentido a su vida.

No corresponde a la sociedad darle el sentido a la vida de cada ser humano, esto forma parte del ámbito del individuo y tiene que ver con los derechos humanos. Es en la intimidad, en ese último refugio privadísimo donde cada persona se enfrenta a sí misma sin engaños, donde habita la libertad más pura, donde sabemos que nuestra vida no tiene otro responsable. Nuestra vida siempre es nuestra.

Camús nos lo había dicho; «No hay elección en hacer lo que a uno lo humilla».

El ámbito privado, los bienes privados son aquellos que nos permiten desarrollar esos aspectos de nuestra vida. Por eso es que lo privado es el territorio de la creación de riqueza. Riqueza material y riqueza espiritual.

Toda empresa tiene como objetivo final la creación de valor. Este concepto es mucho mas abarcador que el mas prosaico de lucro o ganancia. Este último se refiere a la diferencia entre costos e ingreso y nos conduce a la miopía del resultado de corto plazo.

La creación de valor abarca todo el espacio temporal lo que obliga a atribuir sustentabilidad a todo emprendimiento.

El lucro de hoy a expensas del quebranto de mañana no crea valor, lo destruye. El ser humano busca maximizar la felicidad de una vida, no de un momento de ella.

La humanidad surgió sobre la tierra pobre, rodeada de carencias y a merced de los elementos. Poco a poco, siglo a siglo, el espíritu humano fue superando sus limitaciones, haciéndose cada día un poco más rica. Al ser humano le quedan muchos desafíos por enfrentar y grandes contradicciones para resolver; pero el hombre en su optimismo confía en que este progreso continúe.

                                                                                   *

De la misma manera que la humanidad nación pobre y mendicante frente a la naturaleza; la sociedad nació injusta entre los hombres. De la misma manera en que los hombres crean o destruyen riqueza con sus actos, las sociedades crean o destruyen justicia para con sus miembros.

La justicia es intrínsecamente social, esto es, la justicia existe porque existe la sociedad. Tiene que ver con la convivencia.

El ámbito de la justicia es el publico y su misión es la distribución de los bienes compartidos, los bienes públicos.

Bienes públicos son aquellos que pertenecen a toda la sociedad en su conjunto, cuyo dominio y derecho es de todos.

Una plaza, un hospital son bienes públicos. Pero también lo son el sentimiento nacional, el circular por las avenidas y el poder salir de la casa de manera segura.

Si sólo puede estar tranquilo en la calle una parte de la sociedad o sólo puede disfrutar de la plaza un grupo o algún sector de la sociedad es señalado como no perteneciente a ella o de segunda clase; entonces esa sociedad sufre alguna injusticia.

La justicia al igual que la riqueza ha llevado un proceso de acumulación en el tiempo. Las sociedades han creado justicia.

En sus comienzos, las primeras tribus primitivas eran reguladas por la fuerza, los débiles se resignaban a la esclavitud y los fuertes imperaban. Los códigos de convivencia eran severos y con penas terribles. Los codigos de Hammurabi y Dracón son prueba de este tipo de leyes.

Estás comunidades era muy homogéneas y las leyes se aceptaban como inmutables.

A medida que las comunidades se fueron integrando principalmente gracias al comercio, la sociedad se hizo más compleja, las costumbres se hicieron diversas y el progreso se aceleró a la par de que los conflictos se agudizaron.

El código de Rothari en la alta edad media, busca regular una sociedad conformada por múltiples comunidades (Lombardos, romanos, bizantinos, godos etc.) con diferentes costumbres.

Ya cerca de los tiempos contemporáneos Cesare Baccaria denunciaría en su libro «Los delitos y las penas» (1764) que una sociedad justa debe guardar una relación equilibrada entre el castigo y la falta.

Con aportes como los mencionados como ejemplo la humanidad fue creando justicia, es decir, se fue haciendo sustentablemente mas justa en un proceso muy parecido al de la creación de riqueza.