Es obvio que si empezáramos un inventario cronológico de las fake news lo primero que se viene a la mente es la operación de prensa en la cual Eva intentó cubrir su delito frente nada menos que Dios. Pero vamos a obviar esta etapa porque Eva no era una periodista acreditada con editor responsable y no existía ni existiría en mucho tiempo la prensa escrita.
La noticia falsa o falseada o sexada o alterada o sesgada es una herramienta política que existe desde la aparición de la lucha por el poder.
Pisistrato bajó de un monte con sus vestidos rasgados y les pidió a los atenienses protección porque, por ser un hombre publico, muchos enemigos podían atacarlo. Los atenienses le financiaron una guardia de seguridad y él usó esa tropa para perseguir a sus enemigos y hacerse tirano. Muchos de sus conciudadanos empezaron a sospechar, cuando ya era tarde, que el ataque a Pisitrato no fue tal.
La relación entre el periodismo y la fake news tiene la misma tensión que la relación entre el medico y la mala praxis. Si su objetivo es la verdad no puede entregar una mentira. Si el medico cura, es delito que mate.
Siempre he pensado que las profesiones se ahorrarían muchos problemas si evitaran la tentación de venderse como un apostolado. Un medico trata no cura, un policía controla no cuida, un profesor imparte instrucción no educa, un militar pelea no libera, un funcionario administra no resuelve la vida de la gente, un periodista opina no detenta la verdad.
El periodismo como herramienta del lenguaje evoluciono junto a los medios de comunicación y se fue transformando en un híbrido entre el entretenimiento, la noticia y el panfleto.
De hecho, el periodismo nace como un panfleto y el panfleto nace como un hijo apurado y no reconocido de la literatura. Esto, de alguna manera explica su pecado original; el periodismo nace de una relación no reconocida entre la ficción y la lucha por el poder.
Esto no lo invalida de ninguna manera como medio para conocer la realidad. Pero lo enmarca. Heinrich Heine, Thomas Paine, Edmund Burke, George Orwell, Mariano Moreno, Mariano José de Larra, Sarmiento, Alberdi fueron panfletarios relevantes que no escondían sus intereses tras de sus palabras, que decian sus verdades sin pretender que sean sacralizadas como «La Verdad» y que entraban al campo de las ideas bien dispuestos a un buen debate frente las otras ideas que se pararan enfrente.
Es cierto que ese periodismo no era de masas y enfrentaba a monarquías absolutas sostenidas por la voluntad de dios o a dictaduras defendidas por la fuerza lo que hacia que, su estilo literario fuera su principal arma para imponerse frente a sus enemigos. La verdad era bastante evidente.
Durante todo el siglo XIX, el periodismo fue vocero de los conflictos políticos. Todo el mundo sabía de que se trataba cuando leía The Daily Telegraph o The Guardian. Fue sólo hacia finales del siglo XX ante el supuesto fin de la historia cuando el periodismo cerró filas en un «sindicato de trabajadores de la verdad» fuera del cual nada puede ser afirmado.
Después de la caída de Nixon el periodismo de investigación tuvo su apoteosis triunfal frente a la mentira de la política. Entonces dejó de representar un punto de vista para significar la alegoría de la verdad en el mundo. El error no fue realizar operaciones de prensa o ocultar parte de la información, eso ya se venía realizando desde siempre, el error fue corporizarse y verse a sí mismo como arquetipo de la verdad. Ni un periodista es sinónimo de verdad ni un sacerdote (Como lo hemos venido experimentando últimamente) sinónimo de bondad.
Y para colmo aparecen las redes sociales para complicar el negocio. Profundizando la comparación con las religiones, Twitter pasó a ser el Martín Lutero del papismo periodístico. Las fake news son enfrentadas desde las redes sociales de manera irrespetuosa. Cualquier ama de casa dice su verdad tan parcial y tan honesta como la del mas reconocido periodista editorial.
Lo que vale en las redes sociales es la reputación y la prensa a queda al descubierto cuando las redes desenmascaran sus operaciones. Los periodistas más serios ya no defienden a los medios, se han pasado del lado de las redes y se adaptan a las nuevas modalidades.
La gente opina, apoya, critica, insulta, escupe, pelea. Estamos frente al periodismo Punk.
Es duro caer del Parnasso; pero el periodismo como forma de expresión de ideas no va a morir. Lo que si va a desaparecer es la prensa tal como la conocemos.