Seis años de cautiverio en Santa Elena
Son la medida de un tiempo sin olvido
Para el siempre vencedor el ser vencido
Libera fantasmas de amargura y pena.

El llanto de Cartago, la voz de Atenas
Buscando fe en un oráculo perdido.
El haber sido libre, haberlo sido,
Y ya no poder serlo. La condena

De la memoria sonando en mil ideas
Que caducas se confinan al fracaso
Es el alma destilando mil chispazos
en un tratar de encender la muerta tea.

Es triste ver como al grande en el ocaso
Es el peso de su historia quien voltea.