Creo en la libertad individual. No como un regalo divino, sino como una tarea diaria de hombres que valoran más su dignidad que su fortuna. En definitiva, la fortuna tiene que ser muy grande para compensar el no poder caminar junto a tu prójimo con la cabeza alta.

Creo en la democracia republicana, esto es aquella que es tolerante con el pensamiento ajeno y que respeta los derechos de las minorías. La democracia no es sólo contar votos, es aceptar la diversidad en todas sus formas y condenar el uso arbitrario del poder.

Creo en el imperio de la ley. De una ley general, pareja para todos. De leyes sencillas que todo el mundo conozca y se puedan cumplir. De leyes del tamaño de los hombres que no requieran ser un santo ni inmolarse para estar dentro de la legalidad.

Creo en la responsabilidad individual. Es una ilusión pensar que nuestra vida depende de otro, distinto a nosotros mismos. Nuestras acciones pueden afectar a otros pero, sobre todo, repercuten en nosotros. Creo que ningún hombre se engaña a sí mismo en su último minuto de vida.

Creo en el trabajo diario como ejercicio de vida. En la humanidad creativa construyendo un futuro mejor. Si el trabajo es sólo deber, entonces es esclavitud, si creemos que es el disfrute momentáneo, entonces no tiene límites y nos consume. El buen trabajo es la disciplina difícil que nos gratifica al final del día.

Creo en la libre empresa y en la creatividad del hombre. Ambas nos sacaron de la miseria más absoluta y de la condición de animal enfermo y nos proyectaron a un mundo donde la pobreza puede desaparecer. Ambas son la prueba de la llama divina que arde en cada hombre.

Creo en fijar límites y en amar los horizontes. El peor pecado del hombre es creer que la voluntad todo lo puede y que no existen costos para lo que se hace. Los pasos pequeños acordados con los hermanos hacen que el avance sea constante y plácido. El error de Ícaro fue no escuchar a su padre.

Creo que la gente es buena y busca la felicidad. Pero cuando la acorrala la miseria o la encandila el poder, la gente puede actuar de manera peligrosa y autodestructiva. Por eso creo que es importante que el poder esté muy dividido y que combatamos la pobreza. Con pocas leyes sabias a las que todos estemos sometidos y sin pobreza, la sociedad toda mejora.

Creo en la discusión y en la crítica como método de acercamiento a la verdad. Creo que existe una verdad y una realidad que supera a los hombres. Y que nuestro objetivo en la vida, eso que nos hace seres humanos, está en su búsqueda.

Creo que nacemos para crecer y morir dignamente, que no somos esencialmente diferentes de otro animal a no ser por una cosa; somos un animal que pregunta. Ese solo don es nuestro signo de vanguardia y además es todo nuestro castigo.