El kirchnerismo ha desarrollado casi como un sello de marca una forma perversa de contar la realidad, lo que llamamos el relato. Es perversa porque se las arregla para que siempre en sus argumentaciones exista una variable que los exculpe de sus responsabilidades.
Pero como en todo relato perverso, la verdad se cuela en el propio discurso retorcida y deformada, y sólo hace falta acercarle un poco de luz para que se nos presente con toda claridad.
En este caso, las declaraciones de Cecilia Todesca y de la diputada Vallejos echándole la culpa de la inflación al hecho, evidente, de que nuestro país es un gran productor de alimentos es un ejemplo muy ilustrador.
Las declaraciones se tienen dos objetivos, culpar a la exportación de alimentos de la inflación y proponer como única solución para defender “La mesa de los argentinos” a un aumento en las retenciones.
Como un marido golpeador justificándose ante sus hijos, el gobierno sostiene que hace lo mejor que puede para que la familia se mantenga unida pero que su mujer no ayuda al desafiarlo y no cumplir con sus deberes.
La culpa de que Argentina tenga la segunda inflación más alta de Latinoamérica no es de la desmesurada emisión monetaria producto del no menos desmesurado gasto público. Es porque producimos alimentos que tienen precio internacional y por eso la comida aumenta la aumentar el dólar.
Poco importa que toda Latinoamérica esté bajo el mismo destino y que solamente Argentina sufra esta calamidad. El gobierno de científico tiene una explicación que no se detiene en el pequeño detalle de la refutación. La verdad esta en que ellos de verdad quieren lo mejor para la gran familia Argentina.
Lo que no dice el gobierno es que lo que les hubiera encantado que Argentina exportara petróleo como Venezuela, de manera de tener una forma fácil de apropiarse de la producción ya que quitarle el resultado de su trabajo a cientos de miles de productores agropecuarios no es tan sencillo.
La verdadera ambición del gobierno es poder exportar el gasto público, cosa que ha hecho a través del endeudamiento externo herramienta con la que ya no puede contar como lo señaló también Todesca. Pero la segunda mejor opción es apropiarse de la producción agropecuaria que tiene demanda internacional y es fácilmente comercializable.
El gobierno tiene tres alternativas en su escritorio. Puede aumentar las retenciones y seguir recaudando del campo, nuestro pobre sector golpeado. Puede financiarse con emisión, lo que significa una inflación más alta, menores salarios y riesgo de descontrol monetario. O puede bajar el gasto público lo que significaría menor financiamiento para la clase política y menos clientelismo.
Si elije la opción de mayores impuestos al campo, el conflicto será inevitable. Como ya señalaron varios dirigentes gremiales; “El campo no puede bajar la guardia con este gobierno”. El área sembrada va a bajar y, a la larga, la recaudación no va a responder.
Si elijen la opción de la emisión monetaria, va a aumentar la pobreza y su base electoral más dura se va a ver afectada.
Si elijen bajar el gasto publico… Bueno, este es un articulo de opinión, no un cuento de ciencia ficción.