Existe, estoy seguro,
un equilibrio que perdura.
El punto mágico y profundo
de la ternura.

El mundo va gastando viejos versos,
nos erosiona;
dejando rostros secos y grotescos
y una gran loma.

Allí depositamos frustraciones,
sueños ya muertos;

allí está el mundo que juramos
y el juramento.

Daríamos gustosos nuestras vidas,
lo que sabemos,
por volver a encontrar esa ternura
y ser sinceros.

Secos nuestro rostro y nuestra alma
el viento de los años no nos duele
pero daña.-